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El fin de un clásico y la reflexión de su propietario sobre el cambio de la ciudad: cerró La Papoñita 266q3h

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La Papoñita funcionaba en la esquina de 18 de Julio y Minas desde el año 1961. Allí había mozos con más de 25 años atendiendo sus mesas. 3d6973

Protagonista de historias y testigo de otras tantas, La Papoñita ha sido parte de la vida y memoria del centro de Montevideo.

Abstraídos por la rutina de comer, comprar, pagar e irse, algunos quizás no habían reparado en la cantidad de años que hacía que este restaurante estaba ahí, siendo testigo del paso del tiempo.

“La Papoñita es del año 61. Después nuestro padre vino en el año 84 y nosotros en el 92. Estoy desde ese año de forma ininterrumpida. La única pena es que me toca cerrarlo, que no me hubiera gustado”, expresó Gustavo González, propietario.

González reflexionó sobre la realidad de los comercios del centro montevideano. “Nadie escapa a la situación de lo que es el centro hoy en día”, dijo.

Por diversas causas, en las últimas décadas, el centro de Montevideo ha venido cambiando su fisonomía siendo lo más notorio la desaparición de galerías y comercios.

“Todo comercio necesita también determinadas ayudas, de los gobiernos de turno. Esto no es ni para un lado ni para el otro. Uno como comerciante siempre necesita algún apoyo extra. Estacionamiento, por decir algo. Y el centro últimamente no se le ha dado mucho apoyo a ese tipo de cosas. Eso va haciendo mella”, agregó y habló de falta de mantenimiento, de descuido.

Este domingo, con la celebración del día del padre, La Papoñita se despidió de sus clientes. En redes sociales invitó a la esquina con historia y escribió: “Con gratitud y emoción queremos invitarlos al cierre final de nuestra querida empresa. Ha sido un viaje increíble, lleno de momentos inolvidables y de deliciosos sabores compartidos. Ahora es tiempo de despedirnos”.

Al momento del cierre, el restaurante tenía 18 empleados, algunos con más de 25 años de trabajo.

Para quienes los comercios cercanos y los vendedores que están con sus puestos en la vereda tampoco será lo mismo.

“Gente muy buena, los empleados son especiales. Me da lástima que cerrara”, dijo un vendedor. Otro contó que les ofrecían café cuando hacía frío o que les permitían utilizar el baño.

“Una cosa que no lo podés medir. El teatro, el Banco República. Toda la gente iba ahí y era una familia. Muy buena gente”, expresó un vendedor, visiblemente emocionado.

Esta mañana la fisonomía y el olor de la esquina de 18 de Julio y Minas ya era diferente. Mesas y sillas vacías sin aroma a café. Cartelería y local dejaron de hacer, para ser historia.

CIERRE PAPOÑITA DOS

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