Un trabajo fotográfico despertó el interés de la ciencia. El fotógrafo canadiense, François Brunelle, es el realizador de la serie de fotografías, "¡no soy un doble!" que consistió en retratar personas casi idénticas pero sin parentesco. 176m6i
Trabajo fotográfico: tu doble existe y probablemente compartas ADN con él 163co
El cámara canadiense François Brunelle es el realizador de la serie de fotografías que retrató personas casi idénticas pero sin parentesco. a375b
El proyecto es un éxito en las redes sociales pero también llamó la atención de los científicos que empezaron a estudiar las relaciones genéticas. Reclutaron a 32 parejas de personas parecidas, a partir de las fotografías, y las sometieran a estudios de ADN. Unas 16 de esas 32 parejas fueron reconocidas por un software como que eran "verdaderamente" parecidas. Lo más increíble es que compartían una cantidad mayor de genes que las otras 16 parejas que el software consideró menos similares. La conclusión es que las personas que se parecen más tienen más genes en común.
El ADN por sí solo no revela todo sobre nuestra conformación. Para eso están los epigenomas, las experiencias vividas por nosotros y nuestros antepasados que influyen en la activación o desactivación de genes. El microbioma, formado por bacterias, hongos y virus, también está influenciado por nuestro entorno.
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Los científicos descubrieron que, si bien los genomas de los dobles eran similares, sus epigenomas y microbiomas eran diferentes. Esta discrepancia nos dice que la apariencia similar de las parejas tiene más que ver con su ADN que con el entorno en que crecieron. La genética los une, y el resto los los separa. Esto significa que, hasta cierto punto, sus similitudes son sólo una cuestión de azar, favorecida por el crecimiento de la población.
Al fin y al cabo, sólo hay un número determinado de formas de construir un rostro. Los científicos confían en que los resultados del estudio en el futuro ayuden a los médicos a diagnosticar enfermedades y si las personas tienen genes lo suficientemente similares como para parecerse, podrían compartir también tendencias a determinadas enfermedades. También plantean que podría haber vínculos entre los rasgos y los patrones de comportamiento.
Los resultados del estudio algún día podrían ayudar a la ciencia forense al proporcionar un esbozo del rostro del sospechoso de un delito conocido sólo por las muestras de ADN pero, piden cautela a la hora de aplicar estas conclusiones a la ciencia forense.
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